Normalmente, la sangre que circula por nuestras arterias y venas recorre un circuito completo cada minuto, lo que equivale a una media de 7.570 litros de sangre al día. Este torrente sanguíneo regular y constante es esencial para suministrar sangre recién oxigenada a las células y para eliminar residuos. La velocidad y fuerza de esa circulación de sangre está dada en gran parte por el bombeo torácico (presión que se forma en el interior del pecho cuando respiramos). Cuando inspiramos, una presión negativa hace entrar sangre en el corazón; cuando espiramos, la sangre sale disparada hacia todos los rincones del cuerpo y vuelve hasta los pulmones, donde reinicia el circuito. Se parece a la manera en que las olas se adentran en la orilla y luego retroceden.
El diafragma es lo que proporciona energía al bombeo torácico. Es un músculo situado debajo de los pulmones con forma de paraguas. Cuando expulsamos aire, el diafragma se eleva, hace encoger los pulmones y luego vuelve a bajar para que estos se expandan al inhalar. Ese movimiento hacia arriba y hacia abajo se da aproximadamente unas cincuenta mil veces al día.
Sin embargo, en la actualidad, se calcula que un adulto medio utiliza solamente un 10 % del alcance del diafragma al respirar, lo cual genera una sobrecarga al corazón, eleva la presión arterial y provoca una serie de problemas de circulación. Ampliar estas respiraciones a entre un 50 % y un 70 % de la capacidad del diafragma alivia la tensión cardiovascular y permite al cuerpo trabajar de manera más eficiente. Es por ello, que el diafragma es denominado por algunos, como el segundo corazón, debido a que no solo late a su propio ritmo, sino que también condiciona el ritmo y la fuerza del latido del corazón.
Aquí presentamos un ejercicio de respiración para entrenar el diafragma y mejorar su alcance al respirar:
- Siéntate o acuéstate en una posición cómoda con una mano en el vientre, entre el ombligo y las costillas inferiores, que es donde se encuentra el diafragma y otra mano sobre su pecho.
- Inhala hondo por la nariz, asegurándote que la mano sobre tu vientre se eleva con tu respiración. Siente como tus pulmones se expanden y el oxígeno ingresa en tu cuerpo (puedes ayudarte contando hasta cinco o seis). Tu pecho debe permanecer quieto y no moverse en absoluto.
- Exhala permitiendo que la mano sobre su vientre caiga lentamente y el abdomen se comprima (puedes ayudarte contando el mismo número que contaste en la inhalación). Deberías notar cómo la barriga se expande en cada inhalación y se desinfla con cada exhalación.
- Repite esta secuencia unas 20 veces, completando una ronda. Luego relájate y respira normalmente por unos instantes y si lo deseas, puedes completar una o dos rondas más.